Actualmente existe consenso entre los profesionales de considerar el trastorno autista como un Trastorno Generalizado del Desarrollo, de acuerdo a los criterios DSM-IV R (American Psychiatric Association, 2000).
Siguiendo el DSM-IV R el trastorno autista se caracteriza por:
- Un deterioro cualitativo en los patrones de interacción social recíproca que es independiente del nivel de desarrollo intelectual.
- La existencia de un deterioro cualitativo en los patrones de comunicación tanto verbal como no verbal y en la actividad imaginativa, que tampoco depende del nivel de desarrollo.
- La existencia de un conjunto de actividades e intereses repetitivos, restringidos y estereotipados.
- Comienzo de estas alteraciones en la infancia o la niñez.
De este modo, el autismo se concibe como un continuo conformado por diferentes dimensiones; cada persona autista manifiesta alteraciones en distinto grado, variando en función de factores concretos: la presencia de retraso mental, el nivel de gravedad del trastorno, la aparición o no de lenguaje y las características de éste, la edad, las experiencias de aprendizaje y el apoyo familiar.
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